Con la generosidad de la amistad y del cariño por las letras, mi amiga y combatiente de letras agudas y mordaces, mi querida Antonieta García de León me ha hecho un espacio en su columna para publicar la reseña de su nueva obra: Desde mi torre de adobe.
El olor a tierra mojada y a sol eterno se perciben desde la primera pagina. Antonieta, en tres años enjaulada entre las columnas de su espacio en Lanza, desgrana la vida de nuestras ancestras literarias, nuestra teoría para derrocar el poder de los espacios pequeños y para reivindicar la niñez.
La niñez de tardes de siesta con las persianas bajadas y el sol golpeando la sarga que las cubre.
La niñez sentada sobre el piso de baldosa hidráulica de colores amortiguados con tebeos, discos de 78 rpm y libros con ilustraciones.
La niñez de la llanura con títulos que golosean con las bodegas en la umbría, los ojos de.la tierra, las matemáticas infinitas y la abuela Umbelina.
El paraíso de los sentidos en el territorio manchego mas grande del mundo.
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